jueves, 19 de febrero de 2015

Mutilación genital femenina

por María Rodríguez González-Moro

  Recuerdo que la primera vez que oí hablar sobre la mutilación genital femenina, sobre la ablación, me impresionó. Me impresionó como las madres eran capaces de hacerle eso a sus hijas, como podían causarle tal sufrimiento, el mismo que ellas y sus madres y las madres de sus madres habían sufrido y no lo entendí, era más joven, más ignorante y más idealista que en la actualidad ( no mucho más), ahora desde luego que no lo comparto y lucho por su erradicación, pero intento entender a las  mujeres que sin acceso a la educación, con culturas diferentes, y sometidas al hombre, vean ciertas prácticas como naturales y necesarias para el bienestar de sus hijas. Cuando cursé Derecho este tema  no se estudiaba, era un rito que se practicaba en otras culturas, fue posteriormente, cuando estudié Criminología y a raíz del libro ”Amanecer en el desierto” de Waris Dirie, donde la modelo somalí relata su vivencia, el dolor de su madre, el de ella y su determinación de salir de ese infierno, cuando esta cuestión se convirtió en un tema de estudio para mí.

Suele haber un desconocimiento y unos prejuicios muy grandes sobre esta práctica y es importante conocerla para poder prevenirla y erradicarla. La ablación femenina consiste en alterar o dañar los órganos genitales femeninos por razones no médicas, existen varios grados según sea la amplitud de la extirpación, el tipo I es la denominada  circuncisión sunna; el tipo II es la clitoridectomia y el tercer tipo que es la más radical donde se cose y se deja solamente un pequeño orificio para el paso de la orina y el flujo menstrual, se denomina infibulación, en el cuarto tipo se incluye un amplio espectro de prácticas que se pueden adaptar a la definición.

La primera señal de ablación o mutilación genital femenina aparece en unas momias de hace unos 4000 años, encontradas en Egipto y desde allí esta práctica se fue extendiendo por el continente africano, este hallazgo demuestra que la mutilación genital femenina no es un mandato religioso, no aparece asociada a la  religión, pues en esos años no existían las religiones; en la actualidad en Egipto es practicada por los musulmanes y por los cristianos coptos, pero ni el cristianismo hace referencia a ella en ninguno de sus libros,  ni en el Corán, ni en los Igma, ni por las fatuas, ni en los ahadith es nombrada, aunque tradicionalmente y por puro desconocimiento ha venido asociada al Islam.  Entonces ¿cuál es la razón de esta práctica? Aparte de la ya nombrada razón religiosa,  para muchas culturas los órganos genitales de la mujer son sucios y antiestéticos, hay diversas tribus que piensan que en el clítoris habita un ser maligno o que el clítoris es la parte masculina y debe extirparse; en otros pueblos es un rito de iniciación de las niñas a la edad adulta que se suele acompañar con fiestas y celebraciones. Lo que verdaderamente refleja esta práctica es la desigualdad entre los sexos y una discriminación hacia la mujer violando sus derechos, su libertad, su salud, su integridad física y yo diría moral también. Con esta práctica se pretende controlar la sexualidad de la mujer, la virginidad de la mujer hasta el matrimonio es un bien preciado, la ablación garantiza la fidelidad e inhibe el deseo sexual, y en ciertas comunidades polígamas con esto se pretende que las demandas sexuales de la mujer no “agobien” al hombre y así poder satisfacer a todas las esposas.  Esta práctica extendida por los países africanos y de Oriente Medio también se da en algunos países de América latina y de Asia; a pesar de todos los esfuerzos realizados desde organizaciones gubernamentales internacionales para su erradicación no es suficiente, UNICEF  indica que más de 140 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a algún tipo de mutilación genital y, de consolidarse esta tendencia, para 2030 se calcula que 86 millones más de mujeres y niñas serán sometidas a esta praxis. Las personas encargadas de realizar la mutilación genital femenina tradicionalmente han sido las mujeres del pueblo, pero se está comprobando cómo existe un aumento de las ablaciones realizadas por personal sanitario, razón por la que este año el Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina ha lanzado un mensaje para la “Movilización y la implicación del personal de salud para acelerar la eliminación de la mutilación genital femenina”.

A nivel mundial se han venido desarrollando políticas encaminadas a la erradicación de esta costumbre y España se ha unido a esta lucha. La mutilación de los órganos genitales femeninos está considerado como un trato inhumano y degradante y se recoge, junto a la tortura, en las prohibiciones del artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos; la Convención de las Naciones Unidas para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer prevé que los estados adopten medidas adecuadas para eliminar toda clase de discriminación contra la mujer, incluso dictando leyes, o derogándolas. Pero todo esto no sirve para nada ante personas que no respetan nada ni a nadie como el Estado Islámico que entre los muchos de sus crímenes,  ha decretado que todas la mujeres entre los 11 y los 46 años de Mosul,  sean sometidas a la mutilación genital.¡¡¡Increíble!!!

En la actualidad debido a los flujos migratorios, personas de distintos continentes y culturas se mezclan, la multiculturalidad y el mantenimiento de la diversidad cultural no puede dejar paso a la admisión de prácticas que vulneren los derechos humanos, en este  caso de las mujeres y las niñas. En España se detectaron casos de niñas que habían sufrido la ablación, los padres iban a sus países en vacaciones y allí se cometía el crimen; la legislación española sensible a esa situación introduce, mediante la Ley Orgánica 11/2003, de 29 de septiembre de medidas concretas en materia de seguridad ciudadana, violencia doméstica e integración social de los extranjeros, en el Código Penal, en el artículo 149,2, el delito de mutilación genital femenina, que se castiga con la pena de prisión de 6 a 12 años, y si la victima fuera menor de edad la pena de  inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad, si el juez así lo considera oportuno en interés de la menor; con esta medida se intenta proteger a la victima que en la mayoría de los casos es una menor obligada por sus padres o familiares a someterse a esta práctica. El problema surge cuando los hechos se producen fuera del territorio español, el principio de territorialidad de las leyes españoles impedirían su castigo,  por lo que fue necesario ampliar su eficacia en virtud de los principios de justicia universal, en este sentido la Ley Orgánica del Poder Judicial,  en la reforma de 2005, incluye en el principio de justicia universal el delito de mutilación genital femenina y se introduce un nuevo párrafo ( g) al artículo 23 apartado 4, que permite la persecución de los responsables de la mutilación genital femenina que se encuentren en España, aunque se haya cometido fuera de nuestras fronteras. Esto es muy positivo pero no está exento de dificultades para probar la autoría, se alude en muchos casos que han sido los abuelos residentes en el país de origen y sin permiso de los padres, aunque ya se están dando casos de condena por esta práctica, los primeros fueron una pareja de Gambia en 2011.

 No soy nada defensora de utilizar el Derecho Penal para educar, en muchos casos es preferible unas buenas políticas públicas de educación y de sensibilización que erradiquen ciertos comportamientos  que usar el derecho penal para reprimirlos. En esta ocasión, aunque considero que el derecho penal es un instrumento valioso para erradicar esta práctica, y para erradicar la violencia contra la mujer en general, hay que arbitrar otras medidas ( recuerdo que en el juicio de los padres gambianos estos alegaban desconocimiento y sorpresa al conocer que esta práctica era delito), medidas basadas en la educación, en destinar más recursos a sensibilizar a la población inmigrante de los problemas que conlleva esta costumbre, a implementar programas sociales y culturales dirigidos a la defensa de la igualdad de los derechos humanos de las mujeres y así acabar con las mutilaciones genitales femeninas, que no son otra cosa que una manifestación de la violencia de género.

Debemos tener claro que  la ablación, aún siendo una práctica ancestral, no debe ser mantenida en el tiempo, es un ejemplo claro de discriminación hacia la mujer, y de violencia de género, fiel reflejo de una sociedad patriarcal y machista que debe desaparecer.

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