Por
María Rodríguez González-Moro
Una
de mis rarezas, convertida en pasatiempo, es pasearme por las librerías- antes
físicas, ahora también virtuales- buscando libros con títulos que me sorprendan por su originalidad y que hagan volar mi
imaginación pensando en lo que me aguarda si decido perderme entre sus páginas; he de reconocer que muchas veces ese
libro me ha defraudado y en otras, las mas, he descubierto autores a los que he
seguido durante años.
Cuando
cayó en mis manos Muero y Vuelvo de Rafael Guerrero, estuve dándole vueltas a ese
título tan contradictorio como sugerente, morir y volver, me preguntaba si el
escritor no se había confundido a la hora de usar las conjunciones y en vez de
usar la conjunción copulativa “y”, quería usar la disyuntiva “o”. Muero o vuelvo, ese título tendría más sentido para una novela de detectives
donde ante un caso difícil el protagonista debe optar entre morir o volver a su
guarida. A tal punto llegó mi paranoia que miraba la portada, dejaba el
ejemplar en la mesa, no quería abrirlo, ni leer la contraportada (otra rareza
de las mías, leo la contraportada una vez terminada la lectura para así
llegar virgen y sorprenderme). En ese
momento decidí agarrar el toro por los cuernos y beber un té frente a la chimenea para reencontrarme con el
detective Guerrero.
En Muero y Vuelvo, nuestro
detective de cabecera se enfrenta en las primeras páginas a un fracaso
profesional en Túnez, cazado por la policía y amenazado con pasar los años de
la niña bonita en prisión, vuelve a Madrid cabizbajo. Decide volar a Hungría a
curar sus heridas con una buena compañía y allí le espera un nuevo fracaso ¿Dos
fracasos nuestro Guerrero? ¿Quemado en un servicio y abandonado en la vida
sentimental? ¿Es esta la muerte a la que se refiere el titulo? ¿Estos fracasos
le harán replantearse la vida detectivesca y la sentimental? Tan solo nos queda
como el mismo dice “Esperar, esperar y
esperar. Y fumar”.
Un té no va a ser suficiente, se hace
necesario abrir una botella de vino Infiltrado
para seguir con mi lectura.
Un fracaso profesional,
una sorpresa sin destinataria, un ramo de flores en la basura, desarman al
detective y a la persona, y dejan a Guerrero desnudo, un Guerrero sin armadura,
un Guerrero confuso y perdido, tal y como él mismo reflexiona “la vida no es como debería ser ni como
queremos que sea, es como es”. Pero la vida no está para quedarse
lamiéndose las heridas y un nuevo caso reclama la atención del detective, un
caso que le obliga a alejarse de España destino Brasil. Río de Janeiro, una
ciudad llena de contradicciones, un destino hecho a la medida de la confusión
mental y sentimental que sacude a nuestro protagonista. Sexo y alcohol a ritmo
de samba marcan los primeros pasos de Guerrero por la ciudad carioca. Una
azafata, un recepcionista de hotel y un detective brasileiro intentan
devolverlo a la vida, sacudir su yo más profesional, y el tabaco, siempre malo
para la salud, compañero inseparable del protagonista, será el pistoletazo de
salida del agujero profundo en el que va cayendo sin apenas darse cuenta.
Un encuentro que no por
inesperado es menos esperado, una regresión a la infancia y un sueño, despiertan
su olfato detectivesco, la intuición del detective “viejo” comienza a sacar la
cabeza entre tanta confusión y mezcla de sentimientos, nuestro Guerrero
comienza a montar su armadura, el combate va a comenzar y esta vez será a vida
o muerte, sin retorno, y
el detective debe elegir.
Elegir, la vida es una
constante elección, elegir la puerta verde o la puerta azul, una decisión que
marcará el resto de la vida, del transcurrir de los acontecimientos, una
elección que no tiene vuelta atrás, y guerrero
elige, como Rafa o como Guerrero. Yo tengo clara la decisión que va a tomar ¿me
defraudará?
Es en las últimas
páginas del relato cuando el titulo adquiere significado, Rafael Guerrero debe
morir para resurgir de entre las cenizas cual Ave Fénix.
Muchas Gracias María por tu reseña!! sí, prepara un gintonic para la Ultimátum!!
ResponderEliminarFantastica. Este verano no dejare de leerlas...
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